martes, 15 de julio de 2014

Miedos infantiles: un ejemplo de gestión emocional


"El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo"
Nelson Mandela



      Los temores y miedos infantiles son más habituales de lo que pensamos. Por cada temor que nos muestran hay muchos otros que se guardan para sí mismos. 

     En nuestra sociedad tener miedo "no está bien visto", suele ser sinónimo de cobardía: "¡pero si no te va a hacer nada esa avispa!"; "no llores, ¡hay que ser valiente!"; "¿miedo a la oscuridad? ¡que tontería!". 

     Los adultos utilizamos mucho tiempo en intentar convencer a los niños de que no deben tener miedo, en lugar de aceptar sus sentimientos de temor. Así los niños/ niñas aprenden a ocultar y guardar en lo más profundo sus miedos y temores para complacer y no asustar a los adultos (padres o educadores). 


      ¿Quizás sean nuestros propios miedos? ¿Será el miedo a que afloren nuestros temores más profundos? ¿Quizás nuestra propia incapacidad para gestionar los miedos y temores sea el freno para aceptar los miedos de los demás?

   
    Los niños/as necesitan hablar de esos miedos. Todos sus temores necesitan ser reconocidos, aceptados y respetados. Solo así puede adquirir la fuerza necesaria para gestionarlos y enfrentarse así a una sociedad que a veces resulta aterradora. 

      Cuando esto no sucede estos miedos y temores se transforman en fobias. esto es sus temores crecen en igual manera que su esfuerzo para evitarlos. 

    Los niños/as que experimentan miedo tienen la oportunidad de aprender a gestionar sus emociones. Los empuja a comprender y a entender sus experiencias, integrándolas con su presente. En suma, los temores y miedos infantiles dan la oportunidad de ser más inteligentes emocionalmente. 
     
     De igual manera estos miedos infantiles son una oportunidad de crecimiento para los adultos (padres y educadores) ya que vuelven a tener un espacio para aprender de sus miedos, conectar con sus emociones, entender sus experiencias pasadas e integrar todo ello para ser mejor padre/madre o educador





Siete pasos para gestionar los miedos y temores:

  1. Conectarse con los sentimientos no expresados.
  2. Hacer visibles las reacciones/sensaciones físicas.
  3. Reconocer los pensamientos que aparecen.
  4. Llegar a la causa de ese miedo: experiencia que lo desencadenó (si se puede) para aceptar y comprender.
  5. Mantener el amor y la comprensión.
  6. Liberar esas sensaciones y pensamientos a través de la expresión verbal y corporal.
  7. Potenciar las capacidades personales.
  8. Recordar que se va a sentir miedo.
  9. Tomar aire y descansar.




martes, 1 de abril de 2014

El mundo emocional de los/as niños/as


"Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma" (F. Luis de león)



Muchas veces tenemos la sensación que algunos niños/as no están familiarizados con los sentimientos. Parece que no se dan cuenta de lo que sienten. Pero, ¿cómo puede ser esto cierto? ¡Los/las niños/as sienten!

Tal vez sea que los/as niños/as están en desarrollo y su capacidad para estar y expresar las emociones es diferente a la de los adultos. Muchas veces entendemos que al no poder expresar con la palabra, como lo hacemos los adultos, no están sintiendo, creencia totalmente errónea.




¿Cuál es la realidad de su mundo emocional?
El mundo emocional de los niños/as se desarrolla a lo largo de su crecimiento y está relacionado con otras dimensiones del desarrollo humano. Conviene saber que este desarrollo afectivo-emocional es importante ya que determinaran las competencias socio-emocionales que tendrá de adulto. 

El mundo emocional del niño/a empieza en el momento en que el padre y la madre saben de la existencia de su existencia. La propia actitud del padre y/o de la madre durante el embarazo, los estímulos, mensajes y sensaciones que recibe el bebé, van dando forma y sentido a la relación del bebé consigo mismo y con los demás, con los vínculos que establecerá y que están directamente relacionados con el desarrollo emocional.

En el momento de nacer y durante los primeros meses el desarrollo emocional tiene un papel fundamental ya que el bebé tiene mayor sensibilidad y receptividad a su entorno. El bebé viene a este mundo con la capacidad de sentir cuatro o cinco emociones básicasalegría, tristeza, rabia y miedo, algunos autores consideran el asco como otra emoción básica.
Ya en los primeros meses puede distinguir si la voz de su figura de apego muestra tristeza, alegría o enfado y es capaz de auto-regularse mediante su cuerpo (Ej.: el/la niño/a que se muerde la mano para calmar su deseo). Sus emociones son aún de manera auto-inconscientes, pero toda la información de su entorno y sus vínculos (su figura de apego) harán que a partir de los 2 años el niño/a pueda pensar y evaluar sus propias emociones. 
Para que lleguemos a este punto va a ser importante la seguridad y la confianza que desarrolle en su figura de apego y, la intensidad y calidad en las interacciones con los iguales y con otros adultos.

A partir de esta edad y hasta los 7 años será importante que el niño/a conozca y explore las emociones en su totalidad para llegar a una plena consciencia de ellas. Normalmente en esta etapa se dan las "rabietas". Estas explosiones emocionales nos llevan a pensar que el/la niño/a "no sabe controlarse". Esto no es del todo cierto, más bien se trata de un cambio. El/la niño/a está experimentando una serie de emociones nuevas, emociones complejas (frustración, orgullo, vergüenza, envidia, etc.) que le llevan a tener que crear nuevas maneras de aceptarlas y manejarlas. Este esfuerzo muchas veces no es visto ni entendido pero lo cierto es que los mensajes de los adultos próximos respecto a estas emociones, van a ser fundamentales para su crecimiento emocional. En esta etapa las figuras de referencia (papá, mamá, abuelos, etc.) van a tener que hacer un esfuerzo también por mirar, aceptar y entender estas emociones en los/las niños/as y su expresión. Además va a ser muy importante que recojan y devuelvan a modo de "etiquetas" estas emociones para guiar al niño/a en su proceso de descubrimiento emocional. 

Después de los 7 años y hasta los 12, límite subjetivo para la adolescencia, el/a niño/a va a expresar el control de estas emociones en sus iguales y en otros adultos. Por lo que todo lo aprendido emocionalmente en la etapa anterior va a tener su expresión en esta. 

Por todo esto e independientemente de sus capacidades o limitaciones en cada etapa, vemos que el mundo emocional del niño/a necesita de una figura guía. Esta va a ser fundamental para que el/a niño/a se conozca a sí mismo,  se sepa aceptar y mirar, encuentre un sentido a sus relaciones y en conjunto se desarrolle emocionalmente. 

Podemos señalar ocho necesidades básicas que debe fomentar la figura guía del niño/a: 
  • Hablar sobre sus sentimientos.
  • Saber qué tipo de sentimientos existen.
  • Entender que todo el mundo tiene sentimientos.
  • Saber que los sentimientos se pueden expresar, compartir y comentar.
  • Aprender que pueden escoger la forma de expresarlos.
  • Familiarizarse con las variaciones de sentimientos para ayudarles a tomar contacto con lo que sienten.
  • Saber la relación entre cuerpo y sentimientos: nuestro cuerpo muestra lo que sentimos y a través de él (con ciertos movimientos) podemos sintonizarnos y aprender de él.
  • Aprender que el cuerpo almacena el sentimiento no lo expulsa por lo que debemos aprender a escuchar nuestro cuerpo para llegar a nuestros sentimientos.

Te escucho……grita, llora, muerde, empuja, ríe, habla.
Te abrazo……fuerte, débil, intensa, cálidamente.
Te siento……cerca, lejos, latir, respirar, vivir.
Te acepto……eres tu, eres YO.

Raquel Bañuls ;)

jueves, 13 de marzo de 2014

Autoestima y emociones: punto de encuentro





"El peor de los males que le puede suceder al hombre es que llegue a pensar mal de sí mismo (Goethe)"





Ocurre a diario... Nos miramos al espejo "interno" y vemos... ¿Qué vemos? ¿Que nos pasa cuando miramos profundamente? Qué ven los niñ@s cuando se miran más allá de lo que los ojos ven?


Entonces, hablamos de autoestima... Nos preocupa lo que pensamos y sentimos de nosotr@s mism@s, nos preocupa lo que nuestros niñ@s piensen y sientan de ellos mism@s. 


¿Qué podemos hacer para favorecer una autoestima sana, tanto en nosotr@s como en los niñ@s?
La autoestima responde a la pregunta: ¿quien soy yo en el contexto de mis relaciones con los demás? Es un juicio de valor que hacemos sobre nuestras capacidades, limitaciones y potencialidades, sobre nuestro Ser. Se construye a partir de la internalización de las reacciones y respuestas de los demás y es consecuencia de encuentros interiores y experiencias. 

Por tanto, es importante lo que nos decimos a nosotros mism@s y a los demás (los mensajes directos e indirectos enviados) y, la comprensión que hacemos de nuestro mundo a través de nuestras percepciones, sensaciones y los mensajes recibidos.  

Imaginemos por un momento una situación familiar...

" El niño pregunta a la madre: ¿Que te pasa, mamá? Estás triste. La madre le responde con voz tensa, reprimida: No me pasa nada, estoy bien. El padre acota, furioso: ¡No molestes a tu madre! El niño pasea su mirada entre la madre y el padre, perplejo e incapaz de responder al reproche. Comienza a llorar. Entonces la madre grita al padre: ¡Mira lo que has conseguido!" (Branden, N. 1990). 

En esta situación, ¿cómo puede el niñ@ comprender sus percepciones, sensaciones y los mensajes que le envían sus padres? Lo único que le queda es: buscar algo con lo entretenerse, BORRAR todo el incidente y, reprimir sus sentimientos y percepciones, ¡no entiende nada! Los mensajes enviados de manera indirecta son:


  • Mis percepciones y sensaciones son equivocadas
  • No puedo confiar en mis percepciones y sensaciones
  • No es adecuado que exprese lo que percibo y/o siento

Mejor, NIEGO la realidad porque no consigo entenderla.

Muchos de los mensajes enviados por los padres/madres, sin pretenderlo, encubren mensajes in-directos a las emociones, percepciones y sensaciones de los niñ@s. En definitiva dan información sobre la percepción emocional del niñ@, sobre la valoración que hace de sí mismo, sobre su autoestima. 


Asimismo no podemos olvidar los mensajes enviados de manera directa. Aquí vamos a detenernos en dos tipos de mensajes: las críticas y el excesivo aprecio, ambos nocivos para una autoestima sana. 
Se habla mucho de las críticas y de su carácter negativo para el desarrollo de los niñ@s, pero tal vez se presta poca atención a los "excesivos aprecios" que llevan al mismo camino. 
Un excesivo aprecio seria por ejemplo: "Que bien tocas el piano hija, ¡tenemos una Mozart en la familia!" A primera vista esto nos puede parecer halagador y bonito, adecuado para la autoestima del niñ@, pero el mensaje encubierto es: "No basta con ser quien soy, tengo que llegar a ser... Mozart" y "Llegarás a ser lo bastante bueno siempre y cuando cumplas las expectativas de papá y mamá".

Quizás pueda parecer duro y exagerado, pero he aquí la realidad de las palabras que tocan la autoestima. 
A menudo nuestros discursos de adultos (hacia nosotr@s mism@s o hacia los demás) incluyen este tipo de mensajes que no contribuyen a VERSE tal y como uno es, sino tal y como nos gustaría llegar a Ser por lo que el encuentro único y puro con nosotr@s mism@s no se produce nunca.

¿Qué podemos hacer para encontrarnos con nuestro Ser y fomentar la autestima en los hij@s?

Para responder a esta pregunta cabria hacerse otra: ¿cuales son mis frustraciones? Solo prestando atención a nuestra experiencia podemos comprender cómo es nuestra autoestima actual y cómo "enfocamos" una autoestima sana en nosotr@s y en los hij@s. 

  • Escuchar activamente (¿cómo soy capaz de escuchar?)
  • Estar con el sentimiento (¿somos capaces de estar en el silencio y esperar?)
  • Asimilar la experiencia completa (¿he asimilado mis experiencias?)
  • Hacer visibles los sentimientos y percepciones (¿estamos preparados para "ver" lo que sentimos?)
  • No negar nuestros sentimientos ni los de los demás (¿Me doy cuenta de lo que siento en el momento que ocurre?).
  • Transmitir confianza (¿confiamos en nosotr@s?)
  • Dar afecto, respeto y reconocimiento

... nos acercarán a nuestro Ser y al Ser del otr@ en estado puro. 


Un día vi a alguien con un tatuaje que rezaba así: "Soy quien soy" sin más. El SER en estado puro, mi imagen, mi autoestima no supeditada a los logros presentes o futuros, mi YO único, mirado y aceptado, mi AUTOESTIMA. 



Solo podemos potenciar nuestra autoestima y la autoestima de los hij@s mirando más allá, observando nuestras emociones y las emociones de los demás. Reconocer, expresar y aceptar las emociones, porque emociones y autoestima forman un todo indivisible, son el punto de encuentro para el crecimiento personal.



sábado, 22 de febrero de 2014

Despedidas emocionales (infancia)

Erase una vez, en un lugar del mundo... alguien se despedía.



  1. El pollito
Erase una vez, en un lugar del mundo... Una niña con la mirada perdidaSentada, frente a la nada, observaba cómo su padre enterraba un pollito. Unas horas antes aquella niña había retenido en su mano al pollito, meciéndolo, acariciándolo. Le susurraba al oído canciones de vida, intentando que su aliento le diera la vida. Pero el pollito miraba a la niña cada vez más lejos. El  padre intentaba quitarle al pollito de entre las manos: 
  • ¡Deja al pollito, no lo toques! -gritaba el padre.
  • ¿Qué le pasa al pollito? -preguntaba desesperada la niña.
  • ¡Nada! Esta enfermo. Deja que ya lo cojo yo -sentenciaba el padre.

La niña, desconcertada, quería retener al pollito entre sus manos, quería volver a verlo andar, pero el pollito respiraba cada vez más despacio, cerraba los ojos y se despedía. Fue entonces cuando el padre con sus manos apresuradas, cogió al pollito y se lo llevó.
La niña se quedó entonces con la mirada perdida, sentada, frente a la nada...  Unas lágrimas empezaron a rozar su suave piel. La niña sintió que ya nunca volvería a ver a su pollito, que algo extraño le invadía.

  • ¡No llores, solo es un pollito! -le dijo abrazándola
  Y así la niña entendió que: no hay que hablar de la muerte; no podemos sentirnos tristes y expresarlo; no podemos tomarnos un tiempo para despedirnos. 

¿Porque nos tomamos tan poco tiempo en despedirnos? ¿Porqué es tan difícil estar en la tristeza de las despedidas? ¿Porqué queremos evitar el sufrimiento de una despedida?

Sin dudarlo, despedirse es duro y doloroso ¿Cuanto nos hemos despedido nosotros? 
La despedida de la infancia cuando entramos en la adolescencia, la despedida de un trabajo, la despedida del que entendíamos nuestro hogar, la despedida de una manera de vivir, la despedida de los nuestros, las despedidas de todo aquello que perdemos en el camino de la vida.
Nos enseñan a apresar lo bonito de la vida, a vivir intensamente las situaciones que nos producen alegría, ilusión o euforia. No nos enseñan a vivir las situaciones que nos producen tristeza, rabia o frustración, por perdidas. 
Sin embargo, para poder decir HOLA, es necesario decir ADIÓS. 
Despedirse de algo o de alguien es estar en la emoción, es tomarse un tiempo para con uno mismo, es aprender a gestionar la pérdida y prepararse para dar la bienvenida a algo distinto y nuevo. 

  • ¿Que te pasa? -preguntaba el padre a la niña.
  • ¡No se que le pasa al pollito! -Contestaba la niña.
  • El pollito se esta muriendo, hija.
  • ¿Porque, papa? -lloraba la niña.
  • Hay veces que los pollitos llegan a ser gallinas y hay veces que no pueden llegar a serlo, mueren antes - explicaba el padre.
  • ¡No quiero que se muera! -gritaba la niña.
  • Debes de sentirte muy triste y enfadada -abrazaba el padre a la niña.
  • .......... -la niña se quedaba en silencio.
  • ¡Tendremos que enterrarlo papa! -Decía la niña al cabo de un tiempo.
  • Si, hija. Vamos a prepararnos para enterrarlo y despedirnos.
La niña miraba fijamente como el padre preparaba la tierra. Ella mientras cogía unas flores para ponerlas con el pollito. Dejaba al pollito y las flores en la tierra. Unas lágrimas corrían por sus mejillas y se despedía diciendo: te quiero mucho pollito.
Y así, la niña aprendió a despedirse emocionalmente.


viernes, 14 de febrero de 2014

¿Que es el planeta de las emociones?

Nuestro planeta de las emociones... EMOTIKO.


       
 
Inteligencia emocional
      El planeta de las emociones es un lugar, no muy lejano, en donde las emociones son la tierra para que crezcan las plantas, el aire para que respiren las aves, el fuego para que se purifiquen los campos y el agua para que limpien las rocas. Son la vida y la fuerza que hace girar este planeta. 


   Los habitantes de este planeta son los emotikoides. Estos seres son de color azul. Su color cambia de intensidad según van aprendiendo más de sus emociones y las emociones de los demás. Los emotikoides tardan todo una vida en aprender a:
  • Tomar conciencia de lo que sienten (lo que les preocupa, lo que les hace temblar de miedo, lo que les enloquece de rabia o de alegría, lo que les entristece, etc...).
  • Comprender lo que sienten.
  • Expresar lo que sienten.
  • Manejar lo que sienten.
  • Integrar lo que sienten en su vida diaria: en sus relaciones, en su trabajo, con sus hij@s, con sus amigos, con su pareja o con el vecino. 
Pero esto no les preocupa, es su misión en la vida: Estar, Descubrir, Ser emociones. 
Este camino les lleva a retos importantes. Hay veces que tienen que descansar, tomar aire, pararse a mirar y volver a empezar. Pero esto tampoco les preocupa, es su misión en la vida.
Otras veces, es aún más difícil porque tienen que enfrentarse a sentimientos que pensaban que no tenían y en esas ocasiones, retroceden para después avanzar. Pero esto, tampoco les preocupa, es su misión en la vida. 
Las más, son las veces que se encuentran con algo que ansían descubrir porque saben que de esa manera su vida será: más plena, más vacía, más fácil, más difícil, más emocionante, más dolorosa, más... VIVIDA, porque esa es su misión en la vida.

¿Preparados para entrar de lleno en el planeta de las emociones? 
¡Descubre, siente, para, respira... avanza!